Antropología simbólica: La simbología de la ciudad.


 Cuando se habla de antropología simbólica, este término puede referirse tanto a un método antropológico como a un movimiento intelectual del año 1970, en el presente informe será estudiada como lo primero, un método antropológico. El funcionalismo en gran parte le abrió el camino a la Antropología simbólica, puesto que en el siglo XIX donde los antropólogos habían denominado a las costumbres populares como hechos extraños, al separarlas de su propio contexto cultural, el funcionalismo trato de darles sentido haciendo todo lo contrario, dejando de un lado el etnocentrismo y devolviéndolas a su contexto cultural originario, para poder entenderlas como partes de un sistema social completo, que es lo mismo que hacia la antropología simbólica con el ritual y las creencias por ejemplo; por eso, no hubo una separación radical entre ambos y además, el interés por lo religioso en ningún momento fue abandonado por completo.

 Como objeto de estudio la antropología simbólica tiene, a la cultura, como un sistema de símbolos y significados compartidos, de manera que estudia, en sí, el símbolo, que puede ser tanto verbal como no verbal. Hay que tomar en cuenta que todas las actividades que realizamos implican el simbolismo y esa capacidad de recrear, transformar y configurar lo que nos rodea, estamos relacionados siempre con el simbolismo, que es aquella expresión de conocimientos, pensamientos e ideas que se han aprendido mediante una ejercitación simbólica que se lleva a cabo durante toda la vida.

 Los símbolos tienen diferentes características que los componen como la capacidad de penetrar en la vida humana, una multiplicidad en cuanto a los sentidos y los significados que tiene alrededor de si mismos, al igual que un sistema contextual construido, variable y dimensiones desde luego emocionales e intelectuales para los miembros de una cultura. De manera que, se puede decir, que la antropología simbólica estadía a los símbolos como esa expresión cognitiva estructurada que tienen las culturas, centrándose en las asociaciones simbólicas y el comportamiento tanto colectivo como individual, dentro de la cultura.

 Dicho esto, queda en evidencia que la antropología simbólica converge mucho con la antropología cognitiva, que es aquella que estudia el conocimiento cultural en el contexto social, por tener ambas presente que, los seres humanos aunque son un producto social de las percepciones, la simbolización y conceptualización, también son creadores sociales de estos mismos aspectos.

  En la ciudad, lo simbólico juega un papel fundamental tanto en su construcción como en su trascendencia política y económica. Además, la organización del espacio urbano viene de figuras míticas, formas trascendentales y conocimientos ancestrales que son elaborados de manera simbólica. La ciudad es comparable con la lengua, construida por múltiples hablantes durante un proceso histórico que responde a las luchas e interacciones por la construcción social del sentido, reflejando al igual que la cultura, un sinfín de significaciones compartidas encontradas en las practicas, los comportamientos y las acciones que van construyendo la ciudad y los usos que sus habitantes hacen de ella. Sin embargo la constitución de la ciudad no solo se reduce a las acciones e interacciones comunicativas de sus habitantes por medio del habla, puesto que la presencia del poder, que desde luego influye también en la lengua, representa una construcción más fuerte de la ciudad.

 Ésta tiene sus propios sistemas de signos, en sus articulaciones espaciales, sus formas estéticas, sus usos y el impacto de las fuerzas sociales que intervienen en ella, que a veces crean contradicciones. A través de la modulación del espacio urbano, la ciudad expresa en forma material y simbólica, la desigualdad social, la diversidad de los grupos sociales que la habitan y las diferencias y conflictos que los envuelven, de igual forma en ella se pueden reconocer las tendencias dominantes en cada momento histórico y actualmente da respuesta en su evolución a cambios tecnológicos y la carga abrumadora de las fuerzas del mercado.

  Los significantes urbanos son percibidos, usados y apreciados de modo diferente por cada grupo que en ella habita, que a veces son muy distintos, por la variación de sus códigos culturales de clase, etnias o generación. Podría afirmarse que cada uno de los grupos imagina y vive una ciudad distintita, habiendo entonces ciudades paralelas y simultaneas diferentes, dentro de la distinción intima de las vivencias de cada grupo. Lo más interesante suele ser que, distintas personas, de distintos grupos, transitan por una ciudad en la cual sus modalidades de la realidad se superponen unas con otras sin tocarse, en una vida que responde a historias, ritmos, memorias y futuros diferentes, pero siempre en el mismo tiempo compartido.

  Sin embargo, como se ha mencionado antes, la ciudad es también una muestra de la diferenciación social, que puede ser leída y apreciada en sus calles y arquitecturas, en la circulación de sus habitantes, en el cuerpo, ropa y los gestos de los que la transitan, en los parques que brindan un consumo ostentoso de algunos o en los índices de pobreza carencia y enfermedad de la población. Esta desigualdad, está contenida en múltiples signos más o menos visibles, la ciudad se divide en polos donde por una parte hay un amplio sector con altos ingresos, cuyos miembros más jóvenes se lanzan a los suburbios por la alta oferta social y cultural mientras que en el otro polo que es mucho más numeroso, están los sectores más pobres que se instalan mayormente en lugares alejados a las áreas centrales.

 Entre estos dos polos se extienden numerosos barrios de clase media, en gran parte empobrecida, pero que conserva todos los servicios urbanos por su ubicación, estando menos afectadas por la distancia con respecto a sus áreas de trabajo. Todos estos sectores urbanos comparten pautas culturales, pero en múltiples casos no se ajustan a esas grandes clasificaciones, puesto que en cada localidad se reproducen centro y periferia, por lo que en interior del casco urbano se encuentran zonas degradadas y pobres. 

 Refiriéndonos brevemente al caso del proceso urbano en nuestra ciudad, Mérida (estado venezolano) si nos vamos atrás, a finales del siglo XIX y XX vemos que la historia urbana se ha desarrollado con lentitud. La misma ubicación geográfica de la urbe, la hizo proclive al aislamiento social, en el intercambio comercial, político y cultural, sobre todo hasta la década de 1930 cuando decae la economía cafetalera y desciende la producción de otros cultivos característicos de nuestro relieve.

  Las condiciones económicas, sociales y culturales propias de estructura organizativa del estado, proporcionaron la gestación y formación de grupos sociales compactos, que junto a la hegemonía de naturaleza familiar fueron la base directiva de distintos desarrollos localizados en la organización urbana. Se puede decir que Mérida constituye un espacio organizado con una especialidad socio histórica, cultural, económica, política y religiosa propia, sin significar esto su articulación con las condiciones del sistema nacional y sus modos de articulación con el poder central del país y de las entidades internacionales.

 A manera de conclusión se puede decir que la ciudad como construcción social es dónde lo material y lo simbólico se apropian de manera objetiva y conjunta para otorgarle el sentido a nuestra memoria colectiva y que a partir de un estudio de la ciudad, que tenga como propósito introducir a la persona en el espacio y tiempo, por medio de un mayor sentido de pertenencia, convivencia y de respeto de los otros, bien sustentada por una conciencia crítica que se centre en el humanismo urbano; se podrían combatir los estereotipos y prejuicios que circulan y se consolidan en los comportamientos socio educativos que ella contiene, de los cuales muchas veces, no tenemos verdadera consciencia del problema social que acarrean.


Bibliografía:
ARANGUREN, Carmen. La ciudad como Objeto de Conocimiento y Enseñanza en las Ciencias Sociales. FERMENTUM. Mérida- Venezuela. ISSN 0796-3069. Año 10. N°29. Septiembre-Diciembre, 2000. pp. 539.560

MARGULIS, Mario. La ciudad y sus signos. Estudios Sociológicos vol. XX, num 3. Distrito Federal- México. ISSN 0185-4186 Septiembre-Diciembre, 2002. pp. 515-536

MARQUEZ PULIDO, Ulises Bernardino: Valor de uso y espacio Urbano: la ciudad como eje central de la conformación política, cultural y simbólica de las sociedades. Revista Mexicana de Ciencias Sociales Año LIX, num 222. UNAM. ISSN 0185-1918. Septiembre-Diciembre, 2014. pp.187-208

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