Entre el avance y la insurrección, Venezuela: 1870-1899.


La formulación del proyecto nacional tiene como antecedente el escenario de la Guerra Federal venezolana que va desde 1859 hasta el año 1863, este hito  confirmó el deseo existente en el pueblo de conseguir una mayor notoriedad dentro de la estructura gubernamental del país. Luego de la derrota de los conservadores y el triunfo de los liberales, que posteriormente tuvieron sus propias disputas internas en la Revolución Azul (1867-1868) , se esperaban cambios dentro del sistema de poder y una ampliación en materia de derechos constitucionales con respecto a la igualdad. 

Especialmente, los aspectos regionales-nacionales presentaban una problemática para el desarrollo político que esperaba la clase dominante, por lo que se hacía aún más necesario el restablecimiento y consolidación de la estructura de poder interna, razones por las que en efecto de manera progresiva se da un proceso de modernización liberal en las clases dominantes, que precisamente trata Germán Carrera Damas en el quinto capitulo: “Sobre la cuestión regional y el proyecto nacional venezolano en la segunda mitad del siglo XIX”; de la segunda edición de su obra corregida y aumentada, Venezuela: proyecto nacional y poder social, 2006.

 Durante el periodo de 1870-1899 Antonio Guzmán Blanco mantuvo el poder del país por primera vez y a lo largo de casi dos décadas, siendo antes de su mandato el primer publicista de la Federación y demostrando una lucidez política que lo lleva de ser designado como Ilustre Americano a Autócrata Civilizador , títulos que aumentaron su prestigio durante el ejercicio de su poder. Guzmán vivió todo el proceso anterior y desencadenante de la Guerra Federal, viendo posiblemente como el desarrollo de la misma logra trasladar la estructura de poder interna al borde de un catastrófico derrumbe y esto sin perder de vista la importancia significativa que residía en las fuertes contradicciones existentes dentro de las clases dominantes, dónde se requería la decidida participación de las mismas. En su alocución como presidente provisional de la república el 17 de junio de 1872 enunció dos postulados característicos que exponen la derrota que vive la oligarquía conservadora y el comienzo de una era de paz, consecuencia de la victoria definitiva de la mayoría nacional.

 En la organización social del mencionado periodo histórico, las clases que contaban con la posición más elevada dentro del orden social eran las capacitadas para garantizar la conducción de la sociedad por los medios posibles, a través de políticas pertinentes para su permanencia y un paulatino avance. El liberalismo amarillo tiene su victoria y las cuestiones ideológicas empiezan a ser tratadas como prioridad latente en los gobernantes, pues esperaban garantizar el establecimiento de la paz y el orden en la nación. En este sentido, Carrera Damas opina que el impacto psicológico de la política modernizadora desde el punto de vista del fortalecimiento del estado nacional puede superar, con mucho, la eficacia operativa de las realizaciones relativas.

Se presenta de esta manera una interesante situación en la que se ha luchado contra el poder central en nombre de la Federación mediante la instauración de la democracia liberal, racionalizándose el sistema político, del histórico sistema regional y esto en una división político administrativa fundada en los principios de la entidad federal, que se vale de la fragmentación del poder característica en el caudillismo para alcanzar un cambio eficaz del orden político-administrativo por medio del mismo. Mientras tanto, el proyecto nacional se conserva como eje central del sistema político. La definición y la aplicación de criterios centralizadores de administración pública se traducen en: la organización como practica; en el área judicial, en la hacienda pública, el ejercito y la educación, con el fin de restablecer la credibilidad publica y articular el país con el sistema capitalista mundial. 

Empezando por el área judicial, el régimen federal en el marco de la constitución  de 1864 se reforma en 1874, 1881, 1891 y 1893; en cuestiones puntuales como extender o acortar el periodo presidencial, canalizar un organismo nacional como el Consejo Federal (creado en el año 1881) en sustitución de los “Congresos Plenipotenciarios” que Guzmán había establecido en 1879 después de haberse consolidado en el poder, reuniendo a los presidentes de los estados y sometiéndolos en la fijación de políticas públicas; se tratan aspectos como la forma de los nuevos códigos nacionales, los reglamentos de policía mediante los criterios centralizadores de administración pública y en cada una de estas reformas constitucionales se evidencia la transformación del concepto de soberanía popular a soberanía nacional por su conveniencia en los mandatos.

Una de las medidas que consideraba Guzmán Blanco le permitiría alcanzar la paz pública se promulgó en la Carta Magna de los Estados Unidos de Venezuela (sancionada en abril de 1881) cuyo objetivo principalmente era otorgar una nueva organización de los estados del país, agrupando en nueve estados las veinte entidades que componían la unión venezolana, con los limites asignados en la Ley de División Territorial del 28 de abril de 1856. Antes de adoptar la medida,  en mayo de 1879 Guzmán Blanco impone en el ejercicio de su segundo mandato, la formación de distritos militares para integrar el territorio y otorgar poder a sus generales allegados. 

 Los nuevos estados estaban constituidos por regiones que conservaban su autonomía y elegían sus gobernantes, legisladores y jefes civiles. Además, ante la nueva forma de relacionamiento entre regiones se evidencian dos posiciones globales, por un lado la de las clases dominadas que parecen entender la federación como un movimiento territorial y político viable para alcanzar los objetivos de libertad e igualdad tras los cuales se movían desde fines del siglo XVIII, y por supuesto la posición  de la clase dominante representada por el sector liberal modernizador, cuya expresión jurídico social se direcciona hacia la realización del proyecto nacional y en su virtud la regionalización histórica, reelaborando el concepto de entidad federal o estados, como delimitaciones político administrativas regidas por el criterio de racionalización política, con un pragmatismo, practicado por hombres que dan pruebas de la manipulación de las clases dominadas, para virtuosamente formular una asertiva opinión pública como arquetipo, por ejemplo, en la figura de Antonio Guzmán Blanco.

Acerca de las diversas infraestructuras realizadas en la hacienda pública, el sistema vial y de comunicaciones, se puede mencionar la inversión de Guzmán Blanco hace para el año 1883 en relaciones internacionales,  con el fin de realizar obras públicas en el país, no obstante las alcanzadas no son precisamente de alta envergadura, pero progresivamente se expande la urbanidad en  regiones donde se centraliza el poder de los territorios nacionales. En el marco de estas consideraciones encontramos como se reorganiza durante el periodo de Guzmán, el servicio de correo, por ejemplo, esto sin obtener un carácter de suma importancia al contener retrasos legales por medidas constitucionales asumidas en la administración del servicio (anteriormente en el año 1881) de igual forma se toman decisiones con el fin de liberar la economía, como la creación de la moneda nacional para facilitar la circulación de mercancías, procurando atraer el capital extranjero en inversiones directas que terminara siendo mayormente una concepción ilusoria en la realidad.

El esfuerzo ideológico modernizador se canalizó por medio de un mayor énfasis en la educación que se caracteriza por empezar a ser de instrucción pública obligatoria y implementándose en ella el proyecto de identificación nacional. Por lo mencionado, llaman la atención esos momentos en los que se incentiva intenso patriotismo en  un espacio reservado para afianzar las relaciones existentes con potencias económicas o colonizadoras como España, participe en la inauguración de la Academia de las Lenguas por el acuerdo hecho con la Real Academia Española el 26 de julio del año 1883. Parecen estas medidas (dentro del criterio de la presente investigación) una unión contradictoria, que busca de obtener una mayor identificación por parte de la población venezolana al destacar los avances gubernamentales en aniversarios históricos como el centenario del Libertador. 

Durante el gobierno de Guzmán Blanco es evidente como se intenta introducir en la población la necesidad de alcanzar un comportamiento civilizado, equivalente a las maneras europeas de vivir, en cierto sentido, como en los actos cívicos, las formas de escribir, de hablar y de expresarse propiamente. Sin embargo, esta idea paso a materializarse con un grado considerablemente mayor en las capitales como Caracas, mientras que más adentro, en el Llano o en los Andes estan las comunidades muy desligadas con respecto a éstos nuevos procesos civilizadores más allá del ámbito legal. 

Es resaltante también que Guzmán Blanco conociera y promoviera muy bien la el papel que debía desempeñar la iglesia en las nuevas estructuras establecidas de poder interno y si bien llego a promover la independencia en cuanto a la iglesia venezolana, lo hizo promulgando que se ameritaba volver a las bases que significarían el retorno a la iglesia fundada por Jesús y sus apóstoles, cuestión que declara en su comunicación al Congreso del 9 de mayo de 18776. 

Es lógico entender la existente segregación social en el periodo tratado y la gran cantidad de población que no tenía acceso a los manuales que estaban siendo propagados, como el de Carreño o los de gramática castellana y así con la educación misma, en los casos más extremos. Cada estado tenía su realidad cultural y sus modos propios de hacer las cosas, que no dependían precisamente de lo que considerara la capital como correcto, si no del entorno en el cual habian crecido progresivamente sus tradiciones.

 Por tanto el nivel de civilización no podía ser entendido adecuadamente o de la misma manera, como lo esperaba Guzmán en los diferentes estados del territorio venezolano. Aun así y en efecto se hizo lo posible por implementar las ideas que harían a la población avanzar como una sociedad menos atrasada, pero ¿Dónde se evidencia la identificación de la mayoría de la población fuera de las urbes caraqueñas con estas medidas?  Toda la idea de crear una imagen general de civilización nacional cuando no era el caso, se considerada personalmente en este estudio como causa de actitudes como la de gastar grandes cantidades de dinero en prendas novedosas consideradas civilizadas en momentos muy determinados, mientras en la cotidianidad se trabaja normalmente como lo contrario, en trabajos escasamente sistematizados y forzosos, sobre todo en las regiones mayormente agrícolas y menos manufactureras del periodo.

Se ven evidencias de actitudes con cualidades similares en el extracto del libro: Los Días de Cipriano Castro de Mariano Picón Salas donde relata:

“…¿No había vivido Caracas, un tanto escéptica, relajada y voluptuosa del 92, un extraño duelo en el propio Palacio de las Leyes, bajo la cúpula del Capitolio, entre dos generales corianos: el diputado Bruno Riera y el senador Ángel Evaristo Tellería por cuestiones de jefatura y preeminencia caudillesca en su belicosa región; y mientras los otros legisladores están entretenidos entre sus discursos, aquellos disparan simultáneamente los revólveres, cayendo muerto de un balazo el General Tellería? 
 
Jefes de mesnada o arboles corpulentos bajo los cuales se amparan los intereses de toda una tribu, son esos Generales provincianos que se metamorfosean con grandes levitas y sombreros de copa, cuando viene a los Congresos caraqueños o beben su brandy en los corredores del Hotel Saint-Amad con la clientela política…”

Aspirar ascensos sociales momentáneos, por comparación, inconformidad o deseo de igualdad con respecto a aquellos que vivían en ostentosa vanidad, pareciera casi normalizarse por la admiración que parte de la población tenia hacia los individuos que sembraban y compartían las ideas que dirigían el país durante los periodos liberalitas, como el de Antonio Guzmán Blanco que en particular hacia lo necesario para que el país y él mismo, fueran considerados en el escenario mundial y nacional como una sociedad dedicada a renovarse y a ser tomada en cuenta por sus modales, su democracia y sus innovaciones, dando al mismo tiempo escasa atención a las cuestiones fundamentales que hubieran permitido la inducción también de un modelo de sustentabilidad realmente “autónoma” en el país, como se mencionaba, de hecho, pero evitando esas aspiraciones de aceptación y constante respaldo extranjero en las políticas económicas que se hacían tan evidentes, para partir así de la propia explotación y transformación de la riqueza y la cultura nacional.

Cuando se busca entender a profundidad las características de las políticas territoriales implementadas y aplicadas durante parte del periodo estudiado (1870-1899) como la Reforma Territorial de 1881 y sus consecuencias, podemos ver lo expresado en los objetivos y alcances de ésta reforma en la investigación de Yuleida Artigas La Reforma Territorial de 1881 y la reducción de los estados de Venezuela:

“…4.1 Esta reforma guzmancistas no tomó en cuenta las afinidades históricas geográficas y culturales de los territorios unificados; trastocándose significativamente sus respectivos procesos históricos, pues se desconoció la idiosincrasia, identidad y arraigo de sus habitantes o componentes humanos; desembocando en una irremediable desintegración, luego de largos años de gobierno conjunto, los cuales no llenaron las expectativas y aspiraciones que manifestaron las elites locales en cuanto a una mejor administración de los problemas que afectaban a las regiones.

4.2 El apoyo manifestado inicialmente a la unificación territorial de los estados del país de 1881, se desvaneció proporcionalmente con la  disminución de la simpatía publica y perdida del poder político del régimen guzmancista hacia 1888, iniciándose así las tensiones de la integración y que prolongaron hasta finales del siglo XIX, aunado a las nuevas discusiones regionales en torno a dicha unificación, a la reorganización político administrativa nacional, al autonomismo promulgado  desde 1890 hasta finalizada la Guerra Legislativa, factores que propiciaron la desintegración acordada en 1899, y por la cual se retomaba la división territorial dispuesta en la Constitución Nacional de 1864…”

Antonio Guzmán Blanco terminó su mandato en 1888 cuando sale de Venezuela a Francia, otorgando la presidencia a Juan Pablo Rojas Paul quien fué el segundo presidente civil que tuvo la Republica, posterior a  José María Vargas (1830). Ésta reforma constitucional de nuevo mal realizada, para extender el periodo constitucional del Presidente que se había reducido a dos años, hizo estallar rivalidades caudillistas, dando lugar a otros diez años de inestabilidad, revoluciones, elecciones y más reformas constitucionales que culminaron con la Revolución Liberal Restauradora de 1899, comandada por caudillos regionales del estado Táchira, Estado fronterizo con Colombia en la región de Los Andes, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, a quienes luego de una veloz campaña militar ele poder ejecutivo resolvió entregarles el poder. La revolución surgiría como oposición al poder central que decidido nombrar provisionalmente a los Presidentes de los Estados restaurados territorialmente, en busca de restaurar el esquema federal de gobierno que había sido progresivamente centralizado por Guzmán Blanco.

BIBLIOGRAFIA

ARTIGAS, Yuleida: La reforma territorial de 1881 y la reducción de los Estados de Venezuela. Geoenseñanza, vol. 13, núm. 2. San Cristóbal, Venezuela, 2008. pp. 175-184 ISSN: 1316-6077 

CARRERA, Damas: Venezuela: proyecto nacional y poder popular. Editorial Venezolana C.A, segunda edición, 2006.

DICCIONARIO Polar: Historia de Venezuela: Revolución Azul. Fundación Empresas Polar

PICÓN, Mariano: Los días de Cipriano Castro. Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, Caracas, 1986.

STRAKA, Tomás: La república fingida, la urbanidad como salvación. Venezuela (1870-1899). Presente y Pasado Revista de Historia Nº 28. Julio-Diciembre, 2009. pp. 333-368 ISSN: 1316-1369

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